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Los drásticos cambios sociales actuales llevan a plantear algo que solo Israel había creado en tiempos modernos.

 

De la Libertad al Corporativismo

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Desde hace un siglo los judíos de “tierra santa” empezaron a vivir en espacios auto sostenibles, hasta que el crecimiento urbanístico dio lugar asimismo a las grandes metrópoli. Han sido un ejemplo de lo que puede ser convivir muchas personas en un mismo espacio, produciendo de la tierra y compartiendo unos con otros. Pero, ¿qué es esto? Llevamos milenios viviendo en ciudades y pueblos, lugares en los cuales, a pesar de converger con multitud de individuos, no nos convierten en una comunidad solidaria. Hoy día la mayoría de la gente se esfuerza por conseguir un salario o mantener una empresa, para de ello cubrir necesidades e incluso cumplir expectativas, si fuera posible.

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Todo esto es el mismo principio de la mucha por la supervivencia de tiempos antiguos, pero esta vez pasando por el embudo del dinero y el sistema de transacciones para el cual se utiliza. Este mecanismo proviene de los aspectos de intercambios de cosas de valor, que en su tiempo eran trueques y posteriormente ventas, mayormente con el uso de piedras preciosas o metales preciosos. Finalmente aparecieron las casas de banco, para prestar dinero a interés e imprimir papel moneda, llevando al progresivo endeudamiento de cada persona, negocio y país.

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Cuando te hallabas en el periodo de la fiebre del oro, las personas llegaban a un sitio, tomaban los recursos del lugar y esa tierra era de su posesión. Pero los banqueros veían en todo nuevas oportunidades de negocio, de modo que empezaron a monopolizar todos los nuevos servicios y tecnologías que iban emergiendo, obligando a las personas a pagar por dichos servicios y tecnologías, que en primera instancia habían sido inventaos para ser de uso libre y gratuito.

 

Dinero, todo es Dinero

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El dinero es fabuloso, el problema es no tenerlo. El dieron es solo una unidad de transacciones e intercambios de valor. No se trata del dinero en sí, sino de que haya tantos gastos apabullantes cada mes. Llegamos al presente, donde te vez forzado a pagar una renta en tu propia madre tierra, o pagar la compra de un lote, aun cuando ese lote en algún momento el actual propietario no pago para poseerlo, solo llegó ahí y se posicionó. Todo se volvió un negocio, y bien por la gente de negocios, esa es su fuente de ingresos. El problema es alcanzar esas cuotas que cada mes exigen esos servicios. Cuando no había electricidad, las personas hacían lo que aún es muy común en la mayoría de África, usar el carbón, la leña o el combustible (queroseno). ¿En qué momento se hizo obligatorio en la mayoría de partes del planeta pagar por el agua? El facilismo de traerte este valioso producto tiene un costo, a menos que quieras hacer diarias travesías para traer el preciado líquido de algún río, o del mar – y luego tratar ese agua para su uso -. Hoy hasta el aire y el sol están patentados, y ni por el sol ni por el aire, sino por gobiernos que quieren cobrar por ese uso como fuente de electricidad. Es como si te acorralasen para pasar por el ojo de su diminuta aguja, para lo cual te vez forzado a realizar peripecias económicas.

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¿Trabajas para vivir? ¿Vives para trabajar? Estudias para ser alguien, como si ya no fueras alguien. Tienes un empleo “por qué hay que trabajar”, ¿según quién? Según los estándares sociales que determinan cómo se consigue dinero para subsistir en una ciudad. Se podría vivir sin agua corriente de una empresa privada, pero no es fácil prescindir de ese servicio en una ciudad, especialmente cuando las fuentes de agua se han privatizado. Se puede vivir sin electricidad, pero te sentirías pobre y exagerado. Si deseas disfrutar de multitud de beneficios, te vez forzado a pagar electricidad. Así tienes luz, televisión, nevera, computadora, ventilador, aire acondicionado, carga para teléfonos, licuadora, microondas, etc. En muchos casos incluso vitrocerámica para cocinar.

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¿Y si hablamos de la telefonía? ¿Qué harías sin ella? Eso lo tienes que pagar. Pero lo más sorprendente de todo esto es cuando llegamos al ámbito de la alimentación. Llegó el punto en el que la comida que uno mismo producía ahora solo algunos la producen y tú se la compras. Casi que por facilismo y comodidad nos negamos a producir nuestro propio alimento para más bien destinar ese tiempo a un empleo que nos dé el capital suficiente para comprar ese alimento. Un círculo vicioso un tanto irrisorio. Podríamos decir que en las ciudades no es tan fácil tener tu propia huerta por cuestión del espacio. Pero si te alejas de las ciudades para tener una vivienda donde puedas producir tu propio alimento, te encuentras con dos problemas principales: necesitas un medio de transporte y no tendrías tiempo de trabajar en un empleo y a la vez en tu granja. Hay quienes pueden con estos dos inconvenientes. Y menos mal si ya tuviste el vehículo, porque cualquier transporte sabemos que es más inversión de capital, a menos que te armes tu propio carro a piezas y poseas tu propia fuente de hidrocarburos.

Llegados a este punto podemos concluir que el sistema de ciudad – y en gran medida aún en los pueblos – está diseñado de tal forma que debas esclavizar tu tiempo para cumplir estándares que los gobiernos y las empresas han impuesto, y siguen imponiendo – cada vez que llegan nuevas tecnologías y servicios -. Nos alcanzan más y más cosas que creemos que debemos pagar, pero el dinero que llega a tu cuenta bancaria usualmente es menos de un año para el otro. Nada de esto parece muy estratégico para la mayoría.

 

Prisioneros de Ciudad

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¿Y si dejásemos a un lado el asunto del dinero y hablásemos de la integración social? Hay quienes tienen vecinos a los que ni conocen. No hay participación ciudadana a más grande es una metrópoli. Cada individuo va a los suyo y vela por sus propios intereses. Todos salen de sus cajas (casa o apartamento), siguen una ruta establecida a otra caja (empleo o negocio) y regresan a su caja, de vez en cuando pasando por otras cajas (supermercados, bancos, etc.). Ha nadie le suele importar lo que haga el de la vivienda contigua, a menos que sea su conocido en redes sociales. Hubo un tiempo en donde las personas pasaban un rato produciendo en el campo de mañana, y al llegar la tarde se recogían para disfrutar con sus familiares y amigos. Pasaban las noches a la luz de la Luna, con una hoguera, comiendo algo, viendo a sus hijos jugar con las brasas y a los perros halarse de las orejas. Contaban sus experiencias de la vida, chistes o relatos antiguos, historias de tierras lejanas. Reían, compartían y se apoyaban mutuamente. Algunos hacían esto a puerta cerrada cuando se trataba de una región o temporada fría, bebían, danzaban, comían y compartían ideas filosóficas. ¿En qué momento el mundo se hizo tan apático? No hay calor humano en un contacto a través de redes sociales.

 

Kibutz

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Cuando los judíos regresamos a nuestra tierra a inicios de 1900 creamos comunidades llamadas ‘Kibutz’. Nuestros abuelos se dedicaron a la agricultura e inventaron interesantes y efectivos métodos de irrigación. En breve habían convertido un desierto en un oasis. ¿Quién compró la tierra? Entre todos, y con ayuda de otras comunidades judías en el extranjero, montaron sus viviendas entre ellos mismos y comían de lo que ellos mismos producían. Ahí llegaron los animales de granja y ayudaron a esta labor. Finalmente se hizo un estilo de vida envidiable al que aún muchos israelíes desean aspirar. Con los nuevos avances, se mejoró el sistema de suministro de agua, se instaló energía libre solar, etc. Un interesante modelo a seguir que se ha ido replicando en diversas partes del mundo, cada vez más, especialmente a la luz de la esclavitud a la que el sistema empuja a las personas y un creciente aumento de todo, incluyendo amenazas a la supervivencia.

 

¿Qué vemos en el horizonte?

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Si observamos los procesos geopolíticos y sociales no podemos ignorar que no pintan nada bien para los futuros años más próximos que tenemos delante, incluso en cosa de meses. Una acelerada inflación - fruto de “ayudas” de los gobiernos sin un respaldo del aumento del PIB -, destrucción deliberada de cultivos, retención de los cargamentos de mercancías, recorte de libertades civiles, eliminación de la propiedad privada, eliminación del dinero físico (para reemplazarlo por un chip implantado), obligatoriedad de sistemas de identificación más invasivos y métodos biométricos, levantamiento civil, armas biológicas que están inyectando a la población, tecnologías de ondas contra la humanidad, censura indiscriminada en toda fuente de información oficial, engaño y, como pasa siempre al borde de esta locura que se repite cada determinado tiempo, guerra. En fin… ¿nos dejamos fusilar o hacemos algo? Mientras aún hay tiempo de poder hacer algo…

 

Eco aldea

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Hace unos 5 o 6 años comencé a hablar de la necesidad imperiosa de abandonar las ciudades con prontitud. En ese momento no parecía algo tan necesario. Varias semanas antes de que se comenzase a hablar de la plandemia (por allá por mediados de diciembre de 2019), empecé a poner en marcha la dinámica para comenzar la idea de las eco aldeas. Nuevamente, en ese momento, no pareció relevante a la mayoría. A medida que la plandemia ha dejado entre ver que estamos efectivamente al límite del precipicio, delante del cual solo nos espera el comienzo del Apocalipsis, una conciencia global se ha despertado, y está atrayendo cada vez más a todo tipo de personas. Unos luchan contra el gobierno por sus derechos y otros despertamos conciencia en los que están dispuestos a escuchar. El resto solo es llevado como ovejas al matadero. Este proyecto de eco aldeas lo bautizamos ‘Neo Eden’, o ‘Eden ha.Jadash’ (el Nuevo Eden), nada original, pero sí acertado. Este proyecto consiste en la estructuración de un espacio auto sostenible para la vida de una comunidad. Esta comunidad no será elegida por el estado, será elegida por las propias personas que decidan hacer parte de dicho proyecto en el lugar donde decidan desarrollarlo.

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Un terreno amplio con una fuente de agua es la base para comenzar. Faltan las personas y las aportaciones de mano de obra, conocimientos propios, capital, tiempo, ganas, talentos propios y energía (ánimo). Se arman viviendas prefabricadas individuales o por familias, zonas de comunidad (comedores, cocina, baños, piscinas, zonas de juego, biblioteca, escuela, gimnasio, etc.) y espacios para la producción alimentaria. La agricultura es lo más importante, y le siguen los animales. En nuestra filosofía no tiene cabida la explotación animal, especialmente el matar animales, puesto que la tierra brinda suficiente para cubrir las necesidades. Con todo, mucho habrá que almacenarse para los periodos de clima adverso, no solo de alimentos, sino de material de supervivencia, primeros auxilios, higiene, etc.

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Si quieres ampliar esta información puedes adquirir un Programa donde incluimos esquemas para viviendas prefabricadas, consejos, curso formativo, inventarios, esquemas para ordenar la información de quienes deseen participar en el proyecto, protocolos de seguridad, parámetros y normas a considerar, exámenes analíticos para determinar el tipo de persona que incluirías a tu proyecto, aspectos de preparación y áreas a cubrir para una eco aldea autosuficiente.

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Puedes contactarnos para sesiones por videollamada para recibir mayor información, unirte a nuestro proyecto para empezar a ver pronto grandes resultados o recibir información sobre costo de viviendas prefabricadas (nosotros trabajamos primeramente con un modelo de Domo Geodésico): frederickguttmann@gmail.com

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